Continúan las actividades cotidianas
La vida continuó mientras esperábamos los resultados, y Emily y yo volvimos a nuestras rutinas habituales: hacer la compra, doblar la colada y charlar sobre los acontecimientos del día. Nuestras conversaciones solían estar llenas de risas, aunque a veces persistía el peso de lo desconocido. “¿Crees que tendré hermanos?” Se preguntaba Emily en voz alta. “Quizá”, le respondía, “pero recuerda que ya me tienes a mí” Aquellos momentos nos recordaban que, independientemente de lo que saliera a la luz, nuestro vínculo era irrompible.

Continúan las actividades diarias
Compartir sueños en la cena
La hora de la cena era un ritual diario especial en el que nos poníamos al día sobre sueños y planes. Emily compartía sus ambiciones para la universidad, con los ojos brillantes de posibilidades. “Creo que quiero estudiar Ciencias Ambientales”, decía, con un entusiasmo contagioso, aunque bajo él subyacía la incertidumbre sobre sus raíces. “¿Y si estoy conectada a algo grande?”, se preguntaba en voz alta, con la esperanza y el miedo mezclados en su voz. Juntas, tejimos sueños, nuestras conversaciones se enhebraron en el tapiz de nuestras vidas.

Compartiendo sueños en la cena